Ilumina el templo con el poncho
que hasta los ricos se verán deleitados.
Pon tus hebras de fuego extendidas
sobre la tenebrosa y profunda unidad.
Haz arder los rostros de los suicidas
para que con tu humo no se esfumen
y años de albañilería no sucumban
en un momento de derrumbamiento.
Entibia la guarida de la esperanza
que como un lagarto se dejará a-dorar
ante tu imperio de luz.
Infunde en mi tu poder,
haz que yo haga amanecer
encendiendo palabras y sonidos
colores y notas.